domingo, 28 de octubre de 2012

¡Magia potagia!

No todo es tristeza y desesperación en la vida. Aunque reconozco que hay ocasiones en las que te encuentras hundido, hastiado, con ganas de llorar y quedarte en la cama lamentándote de lo desgraciado que eres hasta el fin de los días. Pero, ¿de qué sirve estar así? Lo único que conseguimos es perder nuestro valioso tiempo, no olvidemos que vida no hay más que una y hay que saber exprimirla al máximo.
Por eso, gente triste y gris, yo sé que una vez tuvisteis color, alegría e ilusión. Lo que además sé es cómo ayudaros a que eso vuelva a ser así de maravilloso.
Se llama: TEATRO. Sí sí, has leído bien: TE-A-TRO. No hay actividad lúdica y cultural que te ayude a evadirte con más eficacia y maestría que el teatro. Sí sí, las películas también sirven, llorar porque Jack se ahoga en Titanic es cierto que hace que te olvides de tus propios problemas, ahora: lo de el teatro es otra cosa. Es magia. Estás durante hora y media (aproximadamente, tampoco seamos quisquillosos con cuánto dura y cuánto no) envuelto en esas voces, esos movimientos, esa historia que te engulle y te lleva, suavemente, hacia otro lugar donde nada es real pero todo importa.
Ayer por la noche, sabed que me considero muy afortunada al poder decir esto, presencié uno de los mayores espectáculos a los que he acudido en mi vida. Por no decir el mayor, mejor y más brillante de todos. Cabe añadir que no sabía nada del mismo, sólo un título que acabó por no corresponderse con dicha obra, pero que no me importó. Lo agradecí incluso, porque ver lo que vi, para lo cual no tengo palabras con las que describirlo, fue algo tan tan tan, TAN, que sólo puedo dejar que lo compruebes por ti mismo:




"Los suizos Zimmermann & De Perrot herederos de la mejor tradición dadaísta de Zurich están felizmente de vuelta. El músico/DJ y el bailarín/payaso han vuelto a realizar una felicísima locura acompañados por cinco artistas circenses de primer orden. 
 Siempre nos han dejado textualmente boquiabiertos, ya sea con aquel plato giratorio gigante o con el suelo flotante de su último espectáculo. Con estos ‘artistas de lo imposible’, siempre surge la misma pregunta tras presenciar cualquiera de sus espectáculos: ¿qué van a hacer después?, ¿serán capaces de volver a sorprendernos? Pues bien, de nuevo han conseguido la cuadratura del círculo, parece como si la imaginación de esta feliz pareja artística no tuviera límites. De hecho el estreno de este Hans was Heiri/Juan como Enrique/Tanto monta, monta tanto (qué más da la traducción si el disfrute está asegurado) se convirtió en un auténtico acontecimiento internacional. Todo el mundillo del espectáculo viajó a Lausanne a su Théâtre de Vidy y todos, propios y extraños, volvimos a asistir a una velada mágica.
Los dos ogros, locos inventores de universos artísticos, regresan con las maletas cargadas de laureles después de su vuelta al mundo. Esta nueva obra, una vez más, es el fruto de la mirada irónica, aguda y resueltamente inesperada con la que los dos compadres escrutan a sus semejantes… y a ellos mismos. Rodeados de cinco artistas procedentes del circo y de la danza, jugando con una maquinaria escénica insensata (un brazo articulado inmenso que emerge de un campo de labranza), mezclan la música, la acrobacia, el mimo y la coreografía para construir un lenguaje dominado por el humor: una forma rara, única, lúdica y festiva de contar como nadie el mundo de nuestros días."

Tan sólo me queda recomendaros que siempre que podáis, siempre siempre, os escapéis al teatro, sólo así os podréis desintoxicar de la contaminada realidad que nos rodea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario