sábado, 20 de octubre de 2012

Se tiró de un segundo piso y se murió.


Era viernes, 5 de Octubre.
Me cogió de la mano y me sonrió como siempre lo había hecho. Abrió la boca y, conforme las palabras iban saliendo de sus labios, se iba acercando más y más al balcón. Abrió primero una puerta, luego la otra. Se giró para mirarme y sonreírme, entonces yo empezaba a darme cuenta de todo "Es el fin", pensé. Y así fue. Así fue como un eterno cobarde saltó por la fina barandilla de poco más de medio metro de alto y acabó estampándose contra el oscuro y frío cemento, una tarde de otoño.


"Voy a decirte algo que tu ya sabes, el mundo no es todo alegria y color, es un lugar terrible y por duro que seas es capaz de arrodillarte a golpes y tenerte sometido permanentemente si no se lo impides, ni tu ni yo, ni nadie golpea más fuerte que la vida, pero no importa lo fuerte que golpeas, sino lo fuerte que pueden golpearte y lo aguantas mientras avanzas, hay que soportar sin dejar de avanzar, así es como se gana. Si tu sabes lo que vales ve y consigue lo que mereces, pero tendrás que soportar los golpes y no puedes estar diciendo que no estas donde querías llegar por culpa de él de ella ni de nadie, eso lo hacen los cobardes y tu no lo eres, tú eres capaz de todo."





Era un cobarde y optó por la salida fácil. Ni siquiera dejó que me despidiera de él, se fue sin más. No tuvo lo que había que tener para mirarme a los ojos, ni tan si quiera para darme un por qué bien construido sin pararse mil veces porque "no sabía cómo decirlo". Siempre me desquició su lentitud, pero me sentía bien al educarle y hacerle crecer. Tenía potencial, pero aún estaba metido bajo las faldas de mamá. Es la tercera persona que se baja este año de mi vida, el corazón se me está congelando, todo para que algún día sea tan duro y frío que sea imposible acceder a él y mucho menos hacerle un arañazo si quiera.

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