lunes, 12 de agosto de 2013

No te echo de menos, pero me acuerdo de ti.

  Tiene tus mismos ojos y la piel pálida, como tú la tenías. 
  En su nariz hay pecas, mientras que en la tuya sólo un prominente hueso.
 Nos parecemos mucho interiormente, tenemos las mismas paranoias y miedos, a la vez somos lo más payaso del mundo y nos reímos juntas de nosotras mismas y del mundo.
  ¿Sabes cuándo me di cuenta de que ella eras ? Cuando empezamos a discutir. Me río cada vez que lo pienso, de hecho, si cierras los ojos y te concentras juraría que aún puedes escuchar mis carcajadas resonando en tu cabeza. A pesar del tiempo que hace desde que no reímos juntas. 
  Me paré a pensarlo, en una de esas carcajadas, y llegué a la conclusión de que siempre va a haber alguien así en mi vida: Alguien igual que yo, tan igual, que discutir sea deporte, enfadarnos tradición y el abrazo de después, una bendición. Recuerdo nuestras discusiones: en primaria, secundaria, hasta fumándonos el piti de relax por la tarde. Incluso recuerdo que sabías la cara que estaba poniendo cuando soltabas alguno de tus comentarios. Creo que ella no me conoce tanto, al menos no todavía. Pero, ¿sabes una cosa? Me ha dicho que va a estar para siempre en mi vida. Tú también me lo dijiste, muchas veces. ¿Lo recuerdas?
  No sé si esta vez será la definitiva, como fuere, el que me haya dicho eso me ha recordado a ti y me ha hecho ver que, si no te extraño es porque te tengo, de una forma u otra, al tenerla a ella conmigo.



Cartas no enviadas.

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