miércoles, 25 de diciembre de 2013

Pasos atrás.

   


  Se encuentra sentada en la silla de su escritorio, frente a un montón de papeles y un flexo que palidece aún más su tez enferma. Arrebujada en su manta, llora. 
  No sabe por qué, pero por primera vez en mucho tiempo, le avergüenza que la vean llorar.  Por eso lo hace sola, en la intimidad de su habitación. 
  Ciertamente, no sabe a qué se deben esas repentinas lágrimas y esa congoja que le tiene anudado el pecho. Siente alivio al llorar, prefiriendo ignorar la ausencia de motivo. 
  No se explica cómo ha llegado ahí. Tiembla su mano al intentar abrir el picaporte para llorar en el regazo de su mamá. "Débil, eres muy débil", una voz fría resuena en su cabeza y el llanto se acentúa. "Ni si quiera tienes valor para abrirte con los que te quieren, así no llegarás a nada. ¡Serás nada!"

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